
La resolución de problemas es una de las actitudes más valoradas por parte de las empresas. ¿Por qué? Porque el hecho de disponer de trabajadores que sean rápidos a la hora de analizar los problemas y la toma de decisiones lo que va a redundar es en que se consigan mejores resultados y, por lo tanto, mayores beneficios dentro de la empresa.
¿Qué es un problema? Un problema es la circunstancia en la que se genera un obstáculo, un obstáculo en nuestro camino, en nuestro camino a la hora de conseguir resultados, de conseguir los objetivos que nos hemos propuesto, las barreras que tenemos que superar. La gama de problemas es muy diversa, pueden ser sociales, culturales, económicos, etcétera. Pero el hecho fundamental, a la hora de resolver problemas, es encontrar cuál es la solución idónea. Dentro del proceso de solución de problemas podemos distinguir dos partes parcialmente bien definidas: una que sería el cómo, cuál es nuestra orientación hacia el problema, cuál es esa percepción que tenemos cada uno de nosotros y que es diferente hacia los problemas. Y, en función de esa percepción damos respuestas diferentes a la hora de afrontarlos y de verlos y, por lo tanto, esa respuesta tiene que ver más con la parte emocional. Y, por otro lado, es el estilo o la forma en la que resolvemos esos problemas, en cuanto al estilo o la forma en que resolvemos esos problemas podemos diferenciar tres tipos: el primero es el estilo racional, es aquel estilo que nos permite evaluar de manera racional cuáles son todos aquellos pasos que tenemos que seguir para poder resolver de manera eficiente un problema. El segundo, que es el estilo impulsivo o descuidado, es aquel que lo que nos lleva es a resolver el problema pero de una manera más impulsiva, rígida, descuidada, de una manera incompleta; y el tercero de ellos es el estilo evitador, se caracteriza por la procastinación, al final lo que hacemos es procastinar, ralentizar la solución del problema, lo dejamos apartado, pero el problema va a seguir ahí. Realmente, nos tenemos que enfocar en el estilo racional, en aquel que nos va a permitir resolver el problema de una manera coherente y efectiva.
¿Cuál es el proceso de solución de problemas? ¿Cuáles son cada una de esas fases? Cada una de esas fases van a venir marcadas por un método que se llama el método ideal, para cada una de esas partes vamos a ir definiendo en primer lugar cuáles son los pasos a seguir. El primero de ellos es la “I” de ideal, que es identificar cuáles son las soluciones problemáticas; el segundo de ellos es definir y diagnosticar el problema, describir cuáles son los términos de ese problema, el quién, el cómo, el cuándo, de la manera más clara que podamos; el tercero es explorar, identificar las vías de alternativas de acción, cuáles, a través de una tormenta de ideas, la herramienta de brainstorming, cuáles son las diferentes soluciones que podemos dar; el cuarto es actuar, evaluar cada una esas acciones y al final elegir e implantar aquella solución que nosotros consideramos la idónea; y el quinto, pero no menos importante, es el lograr, lograr y seguir y evaluar cuáles son los resultados asociados a esa decisión que hemos tomado,.
El arte de tomar decisiones asociados a la resolución del problema también viene condicionado por una serie ingredientes básicos, es verdad que necesitamos, en función de cómo tengamos o cómo estemos o cómo sean nuestros conocimientos del problema y de todo lo que está alrededor de ese problema, de la experiencia que tengamos por otros problemas vividos o de cómo hagamos ese análisis vamos a llevar a cabo mejor esa resolución del problema.
En cuanto al enfoque resultados, que es la segunda de las competencias que vamos a ver, la orientación al logro o el enfoque a resultados, que así se denomina, es la capacidad para actuar con velocidad y sentido de urgencia, para concretar esos resultados con altos niveles de calidad y rendimiento, y, por encima de los estándares propios de excelencia. ¿Qué conlleva esta competencia, qué actitudes son las que van a requerir por parte de nosotros? Por un lado el estar siempre focalizado a cumplir esos resultados y a conseguirlos y a cumplir los objetivos, ¿qué va a pasar?, que va a necesitar de nosotros una motivación extra, necesitamos esforzarnos para poder continuar de manera constante en el cumplimiento de esos objetivos. Por otro lado, no vacilar a la hora de afrontar los objetivos, los tenemos en delante y hay que asumir esos riesgos, para poder llevarlos adelante. Y por último, la capacidad a la hora de adaptarnos a los cambios, este camino a la hora y enfocarnos a resultados y a lograr los objetivos, requiere que también tengamos cintura y flexibilidad porque pueden aparecer problemas y ese foco no lo debemos perder. Esto no significa que el estar muy focalizados en la orientación al logro y en los resultados valga cualquier estrategia, no, tenemos que saber conducir este proceso con una buena actitud y también saber cuáles son los recursos de los que disponemos.
Los elementos que conforman el enfoque de resultados, según Robbins, en su libro de comportamiento organizacional, son tres: por un lado son la intensidad o la fuerza que ponemos a la hora de lograrlos y a llevarlo a cabo, que es la cantidad de energía que nos va a requerir; por otro lado, la actitud y el esfuerzo, la autodirección, para seleccionar y ejecutar esas actividades; y por último, la persistencia o perseverancia que es la continuidad a lo largo del tiempo.
¿Cómo reconocer a través de tus conductas que eres una persona orientada a resultados? Primero porque trabajas con objetivos claramente definidos. Segundo, porque tus acciones están orientadas a lograr y superar tus propios estándares. Tercero, porque eres constante en tu esfuerzo. Cuarto, porque diseñas y utilizas indicadores para medir. Quinto, creas ambiente propicio para estimular la mejora, sexto, eres capaz de trabajar en equipo, es fundamental trabajar en equipo para poder conseguir esos objetivos. Sexto, te adaptas a los cambios y asumes los errores y séptimo mejoras la relación entre los resultados obtenidos y los recursos invertidos en términos de calidad, coste y oportunidad.
Aspectos clave
Objetivos:
- Reflexionar sobre la resolución de problemas y el enfoque a resultados como dos de las aptitudes más demandadas por las empresas en la actualidad.